Urología Pediátrica

La Urología Pediátrica es una subespecialidad que trata habitualmente malformaciones del sistema urogenital. También se ocupa de enfermedades adquiridas en el niño y adolescente cuyo tratamiento no es quirúrgico.

A veces son alteraciones muy frecuentes que, en los últimos años, han incorporado conceptos nuevos en su tratamiento como, por ejemplo, la fimosis. La incorporación de nuevas tecnologías como el tratamiento endoscópico del megauréter o el abordaje mínimamente invasivo de diversas patologías utilizando la robótica han «modernizado» la especialidad y ampliado sus fronteras.

La Urología Pediátrica se diferencia de la Urología General por la edad de los pacientes y el tipo de afecciones que padecen. Tampoco es lo mismo que la Cirugía Pediátrica, que trata quirúrgicamente todas las enfermedades de los niños y no sólo exclusivamente las urológicas.

Esta es una breve reseña de las enfermedades que tratamos los urólogos pediátricos.

Fimosis

La fimosis es la dificultad para retraer la piel que recubre el extremo del pene (prepucio), dejando el glande visible. Hasta los tres años se considera normal y en la mayoría de los casos puede solucionarse sin cirugía. A partir de esa edad puede ser tratada médicamente con crema de corticoides o eventualmente si no da resultado, mediante cirugía. En la mayoría de los casos es posible evitar la cirugía mediante un tratamiento local sistemático. Sólo en caso de que no haya respuesta al tratamiento local, se planteará la intervención, que en los niños requiere anestesia general.

Algunos niños pueden presentar adherencias balano prepuciales que también pueden liberarse con anestesia local sin necesidad de una operación.

Nuestro equipo es pionero en el tratamiento conservador y en la mayoría de los casos intentamos evitar la intervención. En caso de que esta sea necesaria, será realizada por un especialista cualificado en urología pediátrica.

Parafimosis

Se produce cuando se retrae el prepucio a pesar de tener un apretado anillo fimótico: la piel no puede volver a su situación normal y el glande queda permanentemente visible. Si se deja pasar el tiempo la reducción manual se hace difícil y es necesario recurrir a cirugía.

Persistencia del conducto peritoneo-vaginal (hidrocele comunicante). Quiste de cordón

La mayoría de niños que presentan agrandamiento de uno o los dos lados del escroto (bolsa de los testículos) no son debidos a un aumento de tamaño del testículo sino por líquido que rodea al mismo.

Este líquido entra al escroto por vía del conducto peritoneo-vaginal que no se ha cerrado. Hasta los dos años de edad puede cerrarse espontáneamente. Si se cierra parcialmente puede dar lugar a un quiste al cordón. A partir de los dos años la solución es quirúrgica. Puede ser el origen de una hernia inguinal.

Varicocele puberal

Un varicocele es la dilatación o «varices» de las venas del cordón espermático. Pueden aparecer con el inicio de la pubertad (10-12 años). La mayoría son del lado izquierdo (debido a una válvula venosa insuficiente). La sangre venosa permanece más tiempo en el testículo y puede interferir en su desarrollo y sobre todo en su fertilidad. La solución del varicocele en la edad puberal o adolescencia propende a una preservación de su fertilidad futura. Se ha de confirmar el reflujo venoso mediante eco-doppler previo a la cirugía, que es muy sencilla.

Criptorquidia

Durante el embarazo se produce el descenso de los testículos a las bolsas escrotales. Si se produce la detención del descenso testicular la bolsa estará vacía y el testículo puede palparse o no en la región inguinal. Esta situación se presenta uni o bilateralmente.

Durante el primer año de vida se puede completar espontáneamente el descenso testicular. Si esto no se comprueba hay que realizar una intervención para preservar la fertilidad: bajar y fijar el testículo.

Hipospadias y otras malformaciones peneanas

Es una malformación relativamente frecuente del aparato urinario y genital.

Se trata de una detención del desarrollo de la uretra que desemboca fuera de su lugar (en la punta del glande).

Según el lugar donde se abre la uretra será el grado de incurvación y malformación peneana. Puede variar desde una pequeña malformación distal que se corrige en una intervención quirúrgica, a una severa anomalía que frecuentemente requiere varias intervenciones para que el pene adquiera una morfología cercana a la normalidad y, sobretodo, una funcionalidad normal desde el punto de vista sexual.

La estética peneana es un elemento cada vez más valorado y se requiere mucha experiencia para obtener resultados satisfactorios en el menor tiempo posible. Es necesario que actúe un equipo entrenado especialmente. Puede tratarse a partir de los 6 meses de edad.

Enuresis e Incontinencia urinaria

La continencia urinaria tanto diurna como nocturna se adquiere desde los 18 meses en adelante. Este proceso se puede alargar hasta los tres años y medio. Si a esa edad persiste incontinencia diurna se ha de estudiar y actuar de acuerdo con el diagnóstico preciso.

Más frecuente es la incontinencia nocturna: enuresis. La enuresis es un síntoma que puede deberse a variadas causas. Es necesario definir claramente que tipo de enuresis padece el niño. Para ello hoy en día contamos con valiosos y precisos elementos diagnósticos así como diversas terapias según el diagnóstico realizado.

Es muy raro que la enuresis infantil sea debida a una causa psicológica. Sin embargo sí se sabe que los niños con enuresis pueden tener una baja autoestima debido a las limitaciones que ese problema les causa en su entorno socio-familiar. Es básica una actitud comprensiva por parte de los padres ya que se trata de un proceso totalmente involuntario que el niño no puede controlar. Nuestro grupo aconseja el estudio de la enuresis a partir de los 3,5 – 4 años.

Infecciones urinarias y Reflujo vésico-ureteral

Las infecciones urinarias son frecuentes en los niños y tienen tendencia a repetirse. Hoy en día contamos con auxiliares diagnósticos para investigar las causas que las favorecen. También hay tratamientos específicos para prevenirlas.

Si se asocian a reflujo vesico-ureteral pueden dañar al riñón. Por ello es importante el diagnóstico y tratamiento del reflujo. No siempre es necesario actuar mediante cirugía. Actualmente es más frecuente el tratamiento endoscópico del reflujo. Pero hay algunos casos en los que se puede esperar una resolución espontánea.

Patologías obstructivas de la vía urinaria

Las ecografías durante el embarazo han permitido detectar dilataciones de la vía urinaria del feto. No todas las dilataciones son obstructivas. Generalmente es prudente esperar al nacimiento del niño y realizar las pruebas pertinentes.

Hay variaciones en el grado de dilatación que nos indican la urgencia para realizar el diagnóstico.